365 son demasiados días para un sólo año.
lunes, diciembre 31, 2007
domingo, diciembre 30, 2007
Día 140, domingo
Todo el mundo me pregunta qué es lo que voy a hacer en año nuevo y a todos les contesto lo mismo. "Voy a fumarme un troncho así".
Situación de estupefacientes, rock, fútbol, sala de ensayo
http://www.youtube.com/watch?v=Q72M--DQY5Y
http://www.youtube.com/watch?v=Q72M--DQY5Y
viernes, diciembre 28, 2007
miércoles, diciembre 26, 2007
Día 136, miércoles
Hubo un asesinato en mi baño. Me estaba lavando las manos y al secarmelas lo vi deslizarse por el secador. Cuando lo abordé, se abalanzó sobre mí dando vueltas en el aire como si hubiera dado un salto mortal. Una vez en el piso acabé con él. Su sangre y sus tripas eran negras y viscosas. Debo admitir que me sentí bien de haberlo hecho. Pero tras su muerte una pregunta vino a mi cabeza. ¿No habrían más de su clase?
martes, diciembre 25, 2007
domingo, diciembre 23, 2007
Día 133, domingo
Estaba completamente ebrio y drogado en el cruce de San Borja Sur con Aviación. El taxi me ha dejado ahí barado tras darse cuenta de que no le voy a pagar la suma que corresponde, así que me quita todo el dinero que me queda y me dice que hasta ahí nomás. Yo me bajo, estoy demasiado ebrio y drogado como para discutir. Camino hasta mi casa. ¿Cuánto me demoraré? No lo sé, nada más empiezo a caminar. Tengo un paquete de condones sin usar en mi bolsillo. Es diciembre.
sábado, diciembre 22, 2007
jueves, diciembre 20, 2007
Día 130, jueves
Uno de los pajaritos amarillos que solía jugar con su pareja en mi jardín se ha vuelto heroinómano. Es una pena, porque ya no juega con su pareja ni lo veo recorriendo todo mi barrio haciendo ¡pío! ¡pío! de manera divertida. Ahora con las justas lo veo colgado, literalmente colgado, mirando con melancolía la punta de sus plumas amarrillas mientras la primavera se abre paso al verano. A veces quiero abordarlo y preguntarle por qué se ha vuelto heroinómano, si fueron acaso las constantes peleas que escuchaba desde su nido o si simplemente le atrajo la adicción a la heroína y su capacidad de detener el tiempo. Lo cierto es que extraño verlo volar y es triste saber que ahora es un pajarito yonqui. Aunque sé que de todas formas los seres vivos solemos depender de las cosas y en ése sentido depender de lo heroína es casi lo mismo que depender del agua o del aire que respiramos. El pajarito heroinómano, por ejemplo, se cansó de estar atado al firmamento.
De cómo un adepto a la absenta inventó la patafísica
Una de las obras de teatro que pasó desafortunadamente desapercibidas el año pasado fue “Ubú Rey”, presentada en la Alianza Francesa de Miraflores por Ruth Escudero, conmemorando los 100 años de la muerte de su autor, el genial escritor francés Alfred Jarry. Esta obra narra las aventuras y desventuras de quien será el primer personaje patafísico. Con ella, el teatro experimenta cambios definitivos, rompiendo con una fuerte tradición al renovar tanto la escritura dramática como los conceptos de puesta en escena, desde la iluminación, vestuarios y utilización de máscaras, convirtiendo a su autor en uno de los precursores del dadaísmo, surrealismo y el teatro del absurdo.
Según se cuenta, Alfred Jarry era un tipo bastante singular. Nació en 1873 en la población de Laval, en Francia. Fue un hombre que siempre tiró a la delincuencia. Era precoz. A los quince años empieza en el colegio a burlarse de su profesor. De ahí nace Ubú Rey, el primer personaje patafísico de la historia. Jarry y sus amigos montan una obra sobre este personaje y lo llaman Ubú. El término patafísica suscita muchas veces reacciones diversas. Es difícil saber si se está hablando en serio o si se está hablando en broma, porque la patafísica es una cosa y es la otra. Lo poco que sabemos del término patafísica es que a final del siglo XIX por primera vez se menciona en la obra de Alfred Jarry.
A Jarry le encantaba el trastocar las palabras. Recordemos que él decía “cojamos el diccionario y las palabras que no estén ahí, las palabras que estén reprobadas por el diccionario constituirían un lenguaje aparte”. Sin embargo, Jarry no tiene ninguna respuesta para explicar qué es la patafísica. Por lo que se sabe, él siempre andaba con dos revólveres, le gustaba ir disparando y era adepto a la absenta, un licor verde, un aguardiente muy duro que fue prohibido en Francia por provocar los crímenes, los malos pensamientos y las malas acciones.
La forma de hacer literatura de Jarry era armar escándalo. El tipo vivía en un apartamento que medía apenas un metro y medio, tenía el pelo blanco de cal y escribía literalmente en el suelo. Coleccionaba lechuzas, porque decía que era un animal que la gente repudiaba. Mantenía en su mesa un gran falo que provocaba el escándalo de todos, un cuarto inmundo y así le gustaba vivir.
De pronto, los amigos de Jarry le exigieron que explicara de qué iba eso de la patafísica. Entonces empezó a escribir un manifiesto al que llamó: “Gestos, hechos y opiniones del Dr. Faustroll, Patafísico”. Un libro absolutamente arbitrario, por lo que se podría pensar que Jarry no sabía exactamente de lo que está hablando. La novela trata de este Dr. Faustroll a quien le embargan todo excepto su cama, por lo que decide navegar por tierra firme y visitar todo París y trece islas, acompañado por un escribano, Panouple, y un mono llamado Cara de Nalga que lo único que hace es decir: ¡Ha! ¡Ha!
Ahora, lo que da miedo de la patafísica es que de verdad existe. En 1900 sigue una época en que la obra de Jarry pierde difusión, pero llega un año decisivo, que es 1949, en el que un grupo de intelectuales franceses decide fundar el Colegio de Patafísica. Uno de los objetivos del programa es recopilar toda la obra de Alfred Jarry y darla a conocer. Así que empiezan a trabajar unas publicaciones muy modestas, porque la idea del Colegio de Patafísica no es ganar adeptos sino perderlos. En Buenos Aires nomás ha entrado muy duro la patafísica. Hace poco se formó el Novísimo Instituto de Altos Estudios Patafísicos de Ubuenos Aires. Pero hay que entender que la patafísica no es un estilo de escritura, no es como el surrealismo, sino una actitud frente a la vida. Las tres cosas que caracterizan la patafísica son el juego, el rigor y la creación.
Una de las obras de teatro que pasó desafortunadamente desapercibidas el año pasado fue “Ubú Rey”, presentada en la Alianza Francesa de Miraflores por Ruth Escudero, conmemorando los 100 años de la muerte de su autor, el genial escritor francés Alfred Jarry. Esta obra narra las aventuras y desventuras de quien será el primer personaje patafísico. Con ella, el teatro experimenta cambios definitivos, rompiendo con una fuerte tradición al renovar tanto la escritura dramática como los conceptos de puesta en escena, desde la iluminación, vestuarios y utilización de máscaras, convirtiendo a su autor en uno de los precursores del dadaísmo, surrealismo y el teatro del absurdo.
Según se cuenta, Alfred Jarry era un tipo bastante singular. Nació en 1873 en la población de Laval, en Francia. Fue un hombre que siempre tiró a la delincuencia. Era precoz. A los quince años empieza en el colegio a burlarse de su profesor. De ahí nace Ubú Rey, el primer personaje patafísico de la historia. Jarry y sus amigos montan una obra sobre este personaje y lo llaman Ubú. El término patafísica suscita muchas veces reacciones diversas. Es difícil saber si se está hablando en serio o si se está hablando en broma, porque la patafísica es una cosa y es la otra. Lo poco que sabemos del término patafísica es que a final del siglo XIX por primera vez se menciona en la obra de Alfred Jarry.
A Jarry le encantaba el trastocar las palabras. Recordemos que él decía “cojamos el diccionario y las palabras que no estén ahí, las palabras que estén reprobadas por el diccionario constituirían un lenguaje aparte”. Sin embargo, Jarry no tiene ninguna respuesta para explicar qué es la patafísica. Por lo que se sabe, él siempre andaba con dos revólveres, le gustaba ir disparando y era adepto a la absenta, un licor verde, un aguardiente muy duro que fue prohibido en Francia por provocar los crímenes, los malos pensamientos y las malas acciones.
La forma de hacer literatura de Jarry era armar escándalo. El tipo vivía en un apartamento que medía apenas un metro y medio, tenía el pelo blanco de cal y escribía literalmente en el suelo. Coleccionaba lechuzas, porque decía que era un animal que la gente repudiaba. Mantenía en su mesa un gran falo que provocaba el escándalo de todos, un cuarto inmundo y así le gustaba vivir.
De pronto, los amigos de Jarry le exigieron que explicara de qué iba eso de la patafísica. Entonces empezó a escribir un manifiesto al que llamó: “Gestos, hechos y opiniones del Dr. Faustroll, Patafísico”. Un libro absolutamente arbitrario, por lo que se podría pensar que Jarry no sabía exactamente de lo que está hablando. La novela trata de este Dr. Faustroll a quien le embargan todo excepto su cama, por lo que decide navegar por tierra firme y visitar todo París y trece islas, acompañado por un escribano, Panouple, y un mono llamado Cara de Nalga que lo único que hace es decir: ¡Ha! ¡Ha!
Ahora, lo que da miedo de la patafísica es que de verdad existe. En 1900 sigue una época en que la obra de Jarry pierde difusión, pero llega un año decisivo, que es 1949, en el que un grupo de intelectuales franceses decide fundar el Colegio de Patafísica. Uno de los objetivos del programa es recopilar toda la obra de Alfred Jarry y darla a conocer. Así que empiezan a trabajar unas publicaciones muy modestas, porque la idea del Colegio de Patafísica no es ganar adeptos sino perderlos. En Buenos Aires nomás ha entrado muy duro la patafísica. Hace poco se formó el Novísimo Instituto de Altos Estudios Patafísicos de Ubuenos Aires. Pero hay que entender que la patafísica no es un estilo de escritura, no es como el surrealismo, sino una actitud frente a la vida. Las tres cosas que caracterizan la patafísica son el juego, el rigor y la creación.
Pedro Casusol
martes, diciembre 18, 2007
Día 128, martes
Anoche, por alguna razón que no logro explicar, me quedé despierto hasta las cinco de la mañana. Cuando por fin pude dormirme tuve un sueño de lo más extraño. En él, un montón de gente que yo no conocía aprovechaba el silencio absoluto de la madrugada para disfrazarse y hacer locuras espontáneas frente a mi casa. Había de todo: luces de colores, chicas muy guapas y disfraces desquiciados. También había un sillón donde se sentaban los verdaderos organizadores del evento, desde donde se reían de todo lo que pasaba a su alrededor. El aire festivo de aquel submundo increíble captó mi atención de inmediato, por lo que no dudé en salir por la ventaba y mirar anonadado lo que pasaba. Me sorprendió ver aquel castillo inflable que de pronto hubo en la puerta de mi casa y la manera con que unas chicas decidieron hacerme compañía. Todos parecían artistas que se lo montaban de lo lindo en la calle a las cuatro de la mañana, mientras los demás mortales pernoctan sin enterarse de nada. Se respiraba un aire distinto en el ambiente. Otra característica es que estas personas eran capaces de caminar por los techos como si tal cosa. Cada vez que terminaba la noche y esta daba paso al día, todos desaparecían y acordaban reunirse el día siguiente a la misma hora. Dicho así parece la fiesta perfecta. No sé bien cómo es que pude soñar tal cosa (tal vez no lo soñé, tal vez en realidad pasó), pero le hecho la culpa a las luces navideñas que inundan la calle y al hecho de que dormí con las cortinas abiertas.
....
El viernes pasado perdí mi celular y salí con una chica que, felizmente, llegó igual de tarde que yo al lugar donde habíamos quedado en encontrarnos. Yo acababa de salir del diario y, de hecho, había tenido que hacer malabares para escribir rápido las notas, poder salir temprano y encontrarme con esta chica. Había perdido su número junto con mi celular, por lo que era imposible llamarla y decirle que iba a llegar tarde, así que, con el corazón en la mano, acudí a la cita con media hora de retraso. Fue increíble verla llegar aún más tarde que yo, por lo que pensé que no todo estaba perdido. El sitio donde salimos era más bien feo, cerca a la universidad Católica, pero podíamos caminar, conversar y beber unas cervezas en la calle. Hablamos de todo un poco, del tipo de chicos que a ella le gustan (parece que cumplo algunos de los requisitos), de los libros que hemos leído y de las cosas que he escrito. En algún momento de nuestra conversación me encontré hablándole de lo que había tenido que escribir en el diario. "¡Oh sí, háblame de Evo Morales, mira cómo me pone!", dijo ella. Y esto es lo más chistoso que me han dicho en meses. A lo que voy es que es extraño que una chica te conquiste a través del sentido del humor, pero es completamente válido. Ahora me encontré con esta chica por el messenger y vi que en su nick decía que amaba a un tal Piero. "Me pone celoso", le dije, "apuesto que él no te habla de Evo Morales como yo". "Lo intenté pero no es lo mismo". Esta chica me mata. El amor por el messenger huele a consola y a desinfectante de pino.
lunes, diciembre 17, 2007
Ellos son muertos vivientes (y tú también)
“La noche de los muertos vivientes” es quizás una de mis películas favoritas. No recuerdo otra película que me haya provocado aquella ambivalencia de emociones: por un lado me moría de ganas de verla y por otro le tenía pánico a los muertos vivientes. Recuerdo una tarde no muy lejana, cuando confundí a una turba iracunda de huelguistas con una horda de zombis.
Según wikipedia, las películas de zombis son un subgénero del cine de terror, muy a menudo relacionado con la serie B o de baja calidad, surgido en los años treinta como reflejo del folclore y las leyendas haitianas asociadas a la magia negra o al vudú. Lo cierto es que George A. Romero marcó la pauta de lo que serían las películas sobre muertos vivientes durante la segunda mitad del siglo pasado
La trama podría parecer que peca de sencilla. Johnnie y su hermana Barbara van a visitar la tumba de uno de sus padres, ubicada a unos 200 kilómetros de la ciudad. Johnnie entonces es atacado en el cementerio por un hombre pálido y con ojeras. Barbara huye y se refugia en una casa. Ahí encuentra a Ben, quien le explica que la personalidad violenta de los seres es provocada por un extraño fenómeno que actúa sobre los muertos.
El éxito de “La noche de los muertos vivientes” provocó que Romero se convierta en un director de culto. Lógicamente, la versión que yo vi fue el remake dirigido por Tom Savini estrenado en 1990 y, aunque los críticos no recibieron de buena manera a la película, los fans vieron en ella una excelente adición para la saga de muertos vivientes, que por entonces ya contaba con varias películas.
En un principio se supone que la plaga de los zombis es ocasionada por una nave espacial o un satélite que regresó de una misión a Venus, pero de película en película esto varía. En algunos casos es a causa de una bomba nuclear, practicas vudú o porque ha llegado el Juicio Final. Para tal efecto, en muchas películas esto se desconoce. Con el paso del tiempo, la plaga de los zombis deja de ser algo local (como en el caso de la primera película de Romero) para tener alcances bíblicos.
Lo que pocos conocen es el verdadero sentido de estos muertos vivientes. En un principio se habló de una metáfora. La película de George A. Romero resultó ser una fuerte denuncia contra el racismo, aunque él mismo se ha animado a desmentirlo. Posteriormente, he caído en la cuenta de que los muertos vivientes simbolizan el vacío de la sociedad moderna.
Recuerdo que en una las películas sobre muertos vivientes la protagonista miraba atónita cómo los cazadores que la salvaron iban acumulando los cuerpos de los zombis en grandes montañas. También se me viene a la cabeza el diálogo entre dos sobrevivientes de “La tierra de los muertos vivientes” cuando explican que los zombis continúan realizando sistemáticamente las acciones que hacían cuando estaban vivos. Es como su los zombis añoraran la luz de la vida, concluyo.
A pesar de que se alimentan de los vivos y de sus sesos (“¡Seeeesos! ¡Seeeesos!”, solían decir), los verdaderos enemigos de los protagonistas no eran los muertos vivientes sino ellos mismos. En la mayoría de películas al respecto, los protagonistas compiten con sus antagónicos por el poder o por la forma de supervivencia, ya sea porque se llevan mal o porque codician algo que el otro tiene. Los muertos vivientes son sólo entonces el difícil panorama en el que se tienen que desenvolver.
En este punto me pregunto si es que realmente existe mucha diferencia entre los muertos vivientes y yo, tú o cualquiera de nosotros, y esto va más allá de seguir una rutina específica cada día, semana tras semana, mes tras mes. De alguna manera estoy convencido de que el mundo, tal como lo conocemos, ha terminado. En su lugar, vivimos encerrados tratando de convencernos de que allá afuera todo sigue igual. Pero no: yo estoy muerto, tú estás muerto y ellos también están muertos.
Pedro Casusol
“La noche de los muertos vivientes” es quizás una de mis películas favoritas. No recuerdo otra película que me haya provocado aquella ambivalencia de emociones: por un lado me moría de ganas de verla y por otro le tenía pánico a los muertos vivientes. Recuerdo una tarde no muy lejana, cuando confundí a una turba iracunda de huelguistas con una horda de zombis.
Según wikipedia, las películas de zombis son un subgénero del cine de terror, muy a menudo relacionado con la serie B o de baja calidad, surgido en los años treinta como reflejo del folclore y las leyendas haitianas asociadas a la magia negra o al vudú. Lo cierto es que George A. Romero marcó la pauta de lo que serían las películas sobre muertos vivientes durante la segunda mitad del siglo pasado
La trama podría parecer que peca de sencilla. Johnnie y su hermana Barbara van a visitar la tumba de uno de sus padres, ubicada a unos 200 kilómetros de la ciudad. Johnnie entonces es atacado en el cementerio por un hombre pálido y con ojeras. Barbara huye y se refugia en una casa. Ahí encuentra a Ben, quien le explica que la personalidad violenta de los seres es provocada por un extraño fenómeno que actúa sobre los muertos.
El éxito de “La noche de los muertos vivientes” provocó que Romero se convierta en un director de culto. Lógicamente, la versión que yo vi fue el remake dirigido por Tom Savini estrenado en 1990 y, aunque los críticos no recibieron de buena manera a la película, los fans vieron en ella una excelente adición para la saga de muertos vivientes, que por entonces ya contaba con varias películas.
En un principio se supone que la plaga de los zombis es ocasionada por una nave espacial o un satélite que regresó de una misión a Venus, pero de película en película esto varía. En algunos casos es a causa de una bomba nuclear, practicas vudú o porque ha llegado el Juicio Final. Para tal efecto, en muchas películas esto se desconoce. Con el paso del tiempo, la plaga de los zombis deja de ser algo local (como en el caso de la primera película de Romero) para tener alcances bíblicos.
Lo que pocos conocen es el verdadero sentido de estos muertos vivientes. En un principio se habló de una metáfora. La película de George A. Romero resultó ser una fuerte denuncia contra el racismo, aunque él mismo se ha animado a desmentirlo. Posteriormente, he caído en la cuenta de que los muertos vivientes simbolizan el vacío de la sociedad moderna.
Recuerdo que en una las películas sobre muertos vivientes la protagonista miraba atónita cómo los cazadores que la salvaron iban acumulando los cuerpos de los zombis en grandes montañas. También se me viene a la cabeza el diálogo entre dos sobrevivientes de “La tierra de los muertos vivientes” cuando explican que los zombis continúan realizando sistemáticamente las acciones que hacían cuando estaban vivos. Es como su los zombis añoraran la luz de la vida, concluyo.
A pesar de que se alimentan de los vivos y de sus sesos (“¡Seeeesos! ¡Seeeesos!”, solían decir), los verdaderos enemigos de los protagonistas no eran los muertos vivientes sino ellos mismos. En la mayoría de películas al respecto, los protagonistas compiten con sus antagónicos por el poder o por la forma de supervivencia, ya sea porque se llevan mal o porque codician algo que el otro tiene. Los muertos vivientes son sólo entonces el difícil panorama en el que se tienen que desenvolver.
En este punto me pregunto si es que realmente existe mucha diferencia entre los muertos vivientes y yo, tú o cualquiera de nosotros, y esto va más allá de seguir una rutina específica cada día, semana tras semana, mes tras mes. De alguna manera estoy convencido de que el mundo, tal como lo conocemos, ha terminado. En su lugar, vivimos encerrados tratando de convencernos de que allá afuera todo sigue igual. Pero no: yo estoy muerto, tú estás muerto y ellos también están muertos.
Pedro Casusol
Día 127, lunes
Acabo de escribir un artículo sobre "La noche de los muertos vivientes" bastante payaso, porque hago una analogía entre los zombies y la soledad de la vida moderna. Pues bien, escribiendo este artículo me enteré de cosas muy chistosas sobre la película, como por ejemplo que es la primera que mostró planos de sangre y visceras descompuestas. Todo eso me agrada, creo que me gusta un poco el cine gore. En sí, me gustan mucho las películas de muertos vivientes. También me enteré de que los extras que actuaron para el filme sólo recibieron un dólar y un polo que decía: "I was a zombie on Night of the Living Dead" (qué paja, ¡yo también quiero!, ¿dónde puedo conseguir uno?) y que la película, con el pasar de los años, fue tomada como una ácida crítica al racismo. Esto último creo que es bastante cojudo, como cuando dijeron que Mr. Tambourin Man era una apología a la marihuana sólo porque decía: "Take me on a trip upon your magic swirlin' ship". Ahora lo importante: ¿quién me va a acompañar a ver todas las películas sobre muertos vivientes que conseguiré en Polvos Azules? Los mismos que me acompañaron a ver las cuatros horas del documental sobre Bob Dylan de Martin Scorsese: Nadie. Creo que necesito conseguir enamorada o cambiar de amigos, lo que llegue primero.
domingo, diciembre 16, 2007
Día 126, domingo
Este año he releído más libros que nunca. Según puedo recordar, volví a leer en febrero "Love Story"; también volví a leer "El almuerzo desnudo", del genial William Burroughs, eso fue en mayo o junio; en agosto leí por segunda vez "Al final de la calle", de Malca, un libro que siempre quise volver a leer; finalmente, en diciembre he leído otra vez "Tokio Blues", de Murakami. Ahora estoy releyendo "Glamourama", de mi autor favorito: Bret Easton Ellis. ¿A alguien le importa mis hábitos de lectura?
viernes, diciembre 14, 2007
Día 124, viernes
Ayer vi un capítulo de "Frasier" que realmente me conmovió. Anoche me quedé hasta las tres de la mañana viendo la biografía de Bob Dylan. Esta mañana me levanto y veo un capítulo de "Mad about you" en el que Paul Raiser confunde a un señor con una mujer gorda.
martes, diciembre 11, 2007
lunes, diciembre 10, 2007
Día 120, lunes
No recuerdo donde fue que vi por primera vez "La cabeza de Herman", tal vez fue un verano, pero ni siquiera recuerdo el año. Según parece, es "una de las series más bizarras de la historia de la televisión". Trata de Herman Brooks, un chico con pinta de yuppie que quiere ser escritor, pero mientras tanto trabaja para la editorial de una revista de Nueva York. Lo que nos cuenta la serie es la vida de un personaje normal con problemas normales. En sí, la serie era bastante pobre y los problemas que enfrentaba Herman eran bastante cojudos. Lo divertido era ver a los cuatro personajes que habitaban en la cabeza de Herman, he ahí lo "bizarro" de la producción, quienes aparecen en un cuarto sumamente desordenado. Primero estaba Angel, la chica que era la parte sensible de Herman, luego estaba Genius, que era el intelecto, también Wimp, la ansiedad, y finalmente Animal, el edonista, la parte que sólo busca el placer. Lo gracioso de la serie no era lo que sucedía en el exterior, sino en su cabeza. En los momentos de menos audiencia, se planeó que Herman encontrase una novia y pudiesemos ver a los habitantes de la cabeza de ella, lo que hubiese significado un intento desesperado por salvar la serie, que se canceló finalmente en 1994. Pues bien, creo que necesitamos a "La cabeza de Herman" más que nunca por estos lares. Eso o "Casado con mi hermano" o "Fandango", ustedes elijan. (Mañana la sinopsis de "Gilmore girls".)
domingo, diciembre 09, 2007
Día 119, domingo
He confirmado mis sospechas de que en mi casa quieren asesinarme. Desde hace unos días he estado muy enfermo y por la noche empezó la fiebre. Mi padre trabaja en un bar, así que llega de madrugada y por alguna razón anoche fue a ver cómo me encontraba. Al ver que yo estaba tan desabrigado, no tuvo mejor idea que sacar del clóset y abrigarme con aquella colcha tan gruesa que uso para combatir el frío durante el invierno. Me desperté convencido de la existencia de una especie de complot familiar. Luego me di cuenta que lo tenía todo en la vida: un trabajo no remunerado, un fuerte dolor en la zona lumbal y un montón de amigas que me odian o me aman.
viernes, diciembre 07, 2007
Día 117, viernes
Microsoft ha recibido graves denuncias sobre su servicio de chat con Papá Noel que, desde la Navidad pasada, estaba en funcionamiento. A través de la aplicación Windows Live Messenger los niños podían intercambiar mensajes instantáneos con Papá Noel al añadir a su lista de contactos a northpole@live.com. La gracia era que este personaje preguntaba a los niños qué regalos querían por Navidad y cosas por el estilo. El incidente por el que Microsoft tuvo que cerrar el servicio sucedió esta semana, cuando las sobrinas de un periodista británico conversaban con Papá Noel. “¿Qué quieres que me coma qué? Es divertido hablar sobre sexo oral, pero yo quiero chatear sobre otra cosa”, respondió inesperadamente Papá Noel cuando las pequeñas le preguntaron si le gustaba comer pizza. La compañía ha descartado que se trate de un acto intencionado de algún empleado del grupo pero, lo que es yo, me imagino a un gordo y aburrido trabajador de Microsoft disfrazado de Papa Noel que, para matar el rato, le jugó una mala pasada a las chiquillas mientras se tomaba una cerveza. ¡Qué pillín! ¡Ya sé a dónde enviar mi currículum!
jueves, diciembre 06, 2007
Día 116, jueves
No puedo confiar en la gente que no se expresa bien. Siempre están ocultando cosas, por más nimias que sean. Por otro lado, la gente que se expresa bien es muy peligrosa. Conozco a un tipo que parece muy tranquilo pero anda tú y dale un lapicero. ¡Es capaz de usarlo como un cuchillo!
lunes, diciembre 03, 2007
domingo, diciembre 02, 2007
Día 112, domingo
Mi madre y mi hermano me acusan de haber cambiado de lugar aquel papa noel que han comprado hace algunas semanas. Yo he llegado de la calle y me he sentado en la mesa para prepararme un sandwich de jamón, queso y champiñones. Mientras tanto, mi madre se encontraba armando aquel enorme árbol de navidad que alguna vez mi abuela mandó a traer del extranjero. En eso entró a la cocina con mi hermano para preguntarme por qué había movido al papa noel y lo había puesto en posición de servirse un trago en el minibar. Yo les retruco que están locos, que no tocaría aquel papa noel así me pagaran y que además no he tenido tiempo en toda la semana. Es cierto que, algunas veces, lo he cambiado de posición. He cruzado sus piernas y doblado sus brazos como si estuviera haciendo una siesta, pero nada más. Entre los tres nos preguntamos si habrá sido mi padre, pero rápidamente lo descartamos ya que para cometer semejante ocurrencia se necesita algo de imaginación. Mi madre se ríe y mi hermano también. Esto me produce risa. "Dudo que el papa noel haya caminado solo hasta ahí", dice mi madre. "Has sido tú", me acusa mi hermano, aduciendo que soy el único al que le gusta la navidad. Yo le respondo que esas son patrañas, porque a mí la navidad ya no me gusta. Tal vez me gustaba hace tiempo, cuando tenía diez años, pero ya no más. De hecho, les dije, me parece el peor día del año. Todos: mi madre, mi hermano y el papa noel, me miraron asustados.